jueves, 1 de enero de 2009

Reset: Cero muertas

Como todos los primeros de enero, borramos los datos anteriores, ponemos el marcador a cero y comenzamos de nuevo la cuenta hacia adelante.

Hoy es el día en que, con suerte, podremos decir que hay cero muertas por violencia de género. Aguantemos la respiración, crucemos lo dedos: Mañana tendremos una, dos, tres… Para junio, ya rondarán las cincuenta. Luego…

Desaparecen los dígitos. Pero las 77 muertas del año 2008 muertas y bien muertas quedan. Igual que las 74 de 2007, que las centenares y centenares que murieron los años anteriores, las miles que murieron en el mundo.

Todas me duelen. Pero hay una que no se me borra de la memoria: María San Cipriano Herrero, Sanci, la chiquita de dieciocho años matada en Salamanca por un joven que decía amarla, y cuya carita aún infantil vi un día en la primera plana de los periódicos locales.

Parad a los asesinos. No les dejéis matar, por favor. No os dejéis matar. No les toleréis. No les perdonéis. Exigid el castigo que merecen.

No hay atenuantes. Matar no debe salir barato. No vale lo de que no recuerdan nada, lo de que eran personas estupendas hasta que mataron, lo de que algo extraño debió de suceder para que lo hicieran.

No. Mataron porque se creyeron en el derecho de matar, porque creyeron que ante su voluntad la de la mujer no valía nada, porque no fueron capaces de soportar que ella hubiera dejado de amarles o simplemente porque la odiaban y despreciaban. Mataron, muchas veces, valiéndose de la prevalencia que por el afecto, la intimidad o la necesidad , tenían sobre las asesinadas.

¡ASESINOS!

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