martes, 28 de abril de 2009

CREADORAS DEL SIGLO XX

Ese es el título de una exposición que visité hoy y que incluye pinturas, fotografías y esculturas realizadas por mujeres en el siglo XX.

Allí estaban -y cito de memoria porque el programa de la exposición no contiene la relación de autoras- Maria Blanchard, Maruja Mallo, Ouke Lele, Cristina García Rodero, Gisele Freund y muchas otras artistas, de los años 20 hasta finales de siglo.


La exposición, en sí misma, me hubiera resultado interesante, independientemente de que los/las artistas fueran hombres o mujeres. El arte -creo- está por encima del sexo, de la raza, de la cultura, del tiempo. Por eso es arte.

¿Qué sentido tiene, entonces, una exposición exclusivamente femenina? ¿Se trata de que vamos a imponer ahora un "segregacionismo" en las salas de exposiciones, como el que quieren imponer los del OPUS en la enseñanza: los niños por una lado, las niñas por otro, y queremos exposiciones exclusivamente femeninas?

No. No es eso. La exposición "Creadoras del siglo XX" tiene un valor porque hace un recuento imprescindible, tras siglos en que la creación femenina fue sistemáticamente marginada.

En el programa de la exposición se habla de las dificultades que tuvieron las mujeres para desarrollar su capacidad de expresión artística, las trabas incluso legales que se imponían, el encasillamiento en temas "femeninos", etc.

Yo aún diría más: No sólo es que no se impulsara esa faceta de la mujer, o que se marginara, o que se postergara, o que se devaluara... Es que, cuando a pesar de todo lograba manifestarse, había apropiación o adjudicación indebida de la obra: Mujeres que firmaban con el nombre de sus padres o maridos para tener salida en el mercado. Casos en que, aunque la artista "triunfaba" en vida, su obra era arrinconada tras su muerte, o directamente destruida... Y casos en los que, además de darse todo lo anterior, la artista tenía que pagar un alto precio por su decisión de querer "ser" y no sólo "estar". Como ejemplo cito a la gran Artemisia Gentileschi, víctima del sexismo hasta extremos terribles. Se conserva parte de las actas del proceso en que ella acusó de violación a un discípulo de su padre. El tribunal condenó al agresor a una pena leve. Ella cayó en el descrédito y sufrió las consecuencias toda su vida. (Por cierto, que hay una desafortunada película de Agnés Merlet sobre esta mujer, que abunda en la inocencia del agresor).

Bienvenida, entonces, exposiciones como ésta. Son necesarias para que las mujeres recuperemos algo imprescindible: La visibilidad. Estamos aquí y hemos estado siempre. Somos. Hemos sido. Seremos.

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